La medicina ocupacional

La medicina laboral y la higiene y seguridad en el trabajo, junto a otros determinantes, principalmente económicos y políticos, deben comportarse como aliados estratégicos en el desarrollo del aparato productivo de una nación. Un país producirá más y mejor si lo hace cuidando la salud de sus trabajadores.
En lo que concierne a la medicina del trabajo debe destacarse su principal función: la prevención y, algo que la hace más interesante, el carácter inter y transdisciplinario  de su campo de acción. “Quien solo sabe de medicina no sabe nada” escuche decir alguna vez a un experimentado profesor. A la medicina laboral este apotegma le da de lleno.

Lo postergado
Como muchas cosas, el sistema actual que regla la actividad de la salud y seguridad ocupacional no estuvo presente desde el comienzo de los tiempos ni tampoco se estableció de la noche a la mañana. Es el resultado de un proceso de evolución de estándares internacionales  de producción, importado de los países industrializados centrales, adaptado a nuestras necesidades.
Durante décadas las naciones y sus empleadores dieron poca o ninguna importancia a la afectación que, los procesos productivos, ocasionaban  a quienes los llevaban a cabo. Fue en los países más desarrollados donde comenzaron a pensarse y generarse elementos técnicos capaces de registrar los costos que esto les ocasionaba y comparar resultados. De esta manera se generaron los primeros indicadores estadísticos de cuyo análisis surge uno de los  datos centrales para entender el desarrollo y vigencia de estas reglamentaciones: la inversión que las empresas hacen en prevención tiene menor costo que el gasto en reparación de las contingencias originadas por el daño que los trabajadores sufren en los procesos productivos. Esto es una verdad a voces que se repite, con algunos matices, en distintos tipos de industrias y en  diferentes regiones del mundo.
Ello llevó a implementar y desarrollar progresivamente sistemas de prevención de accidentes y enfermedades del trabajo.

El cambio
En Argentina, las ART surgen de una necesidad de los inversores frente al avance de la globalización. Los empleadores necesitaban mejorar su productividad para poder competir. Es decir, como dueño de una industria necesito que los costos de un accidente laboral sean absorbidos por alguien; o, Yo País, necesito que la salud de los trabajadores este protegida para permitirme competir y evitarme los costos sociales por la imposibilidad de que un individuo pueda continuar trabajando.
Así nacen las ART en 1994 de la mano de la LRT. Como una imposición de los nuevos mercados.
Si hacemos un recorrido jurídico del tema en nuestro país nos encontramos con que antes de 1915, los pleitos por enfermedades o accidentes de trabajo se resolvían en los juzgados de paz usando como base previsiones del Código Civil. Periodo sumamente desventajoso para el trabajador.
Es en septiembre de ese año cuando ambas cámaras legislativas aprueban y el poder ejecutivo promulga la Ley 9.688. Ésta, basada en la teoría del “riesgo profesional”, contemplara la reparación indemnizatoria de los accidentes y enfermedades generadas por el trabajo.
Desde aquella primera ley hasta la Ley 24.028, derogada a posteriori por la Ley 24.557, el régimen argentino solo tuvo en cuenta exclusivamente la reparación de infortunios laborales, ignorando todos aquellos aspectos relativos a la asistencia médica, tratamiento, rehabilitación y reinserción laboral del infortunado.
Como se ha dicho en distintos foros, el trabajador accidentado, tenía en aquella época una doble dolencia: la física, generada por la enfermedad o accidente laboral y la humana por la incompleta asistencia médica que recibía, debiendo acudir a la asistencia pública ya que las obras sociales no se hacían cargo de una lesión generada por el hecho u ocasión del trabajo.
El avance en la reconsideración de estos últimos conceptos ha sido el principal logro del a Ley 24557 o Ley de Riesgos de Trabajo, actualmente vigente.

Los pies en la tierra
El hecho arriba mencionado, a saber “la prevención es más barata que la reparación”, permite realizar una reflexión que se revela como una cruda verdad: la salud de los trabajadores empezó a tener consideración para el empresariado mundial en la medida en que ésta afecta la economía, dejando de producir o dejando de consumir.
Si bien todos compartimos el derecho a la salud y al trabajo, el mundo se mueve alrededor de los costos.
Si un empresario duda aún del beneficio de la implementación de los estándares de salud y seguridad ocupacional para su industria, la principal certeza es ésta: se producirá más y mejor cuidando la salud de sus trabajadores y cuando los procesos productivos se realicen en condiciones y medio ambiente de trabajo saludables, que respeten el conglomerado de normas que responden a la legislación vigente.

La capacidad de producción y de crecimiento de su empresa y de  la proyección de ésta en el tiempo depende directamente de ello.

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